DRAKEN, DEL ESPLENDOR A LA DECADENCIA

Draken, antaño el reino más próspero de Dracorum, hermano de Draconia. Junto a la región conocida ancestralmente como Shinden fue la mayor barrera defensiva contra las fuerzas del mal.

Cuando su buen amigo Mhadurah se reveló como el Dragon Nindenn-Ka-Yh, el rey Vlad de Draken forjó para él la espada Ribokan y creó un grupo de élite conocido como la Hermandad del Dragón. Esta hermandad estaba formada principalmente por las tribus bárbaras de la región montañosa de Estemhem, a los que el rey unió bajo su bandera.

Tras la guerra de los Dioses, la Hermandad del Dragón era el símbolo de Draken, de su compromiso para con Draconia y las fuerzas de la luz; por lo que, tanto el reino como la orden cambiaron su blasón y pasaron a compartirlo.

Su nueva insignia sería la imagen del rey Vlad embutido en su dragontina armadura con el dragón de Ouroboros detrás. Dicho dragón simboliza el eterno ciclo de muerte y renacimiento del Dragon Nindenn-Ka-Yh; y el compromiso de la hermandad para proteger y transmitir sus secretos y leyendas.

Lamentablemente, cuando Hazulem se embriagó de poder y condujo al reino a los aciagos acontecimientos que culminaron en la Guerra de las Sombras, el esplendor de Draken fue olvidado, despojando a la Casa Daroo de su señorío, en pos de una fuerza hostil que había corrompido todo cuanto el blasón del Caballero Alado representaba.

La Hermandad del Dragón se rebeló contra su señor y pagaron un alto precio por ello. Durante largo tiempo fue un reino oscuro, convertido en un páramo inhóspito donde moran todo tipo de monstruos y seres de pesadilla. Así permaneció hasta que el rey Kirah, de Draconia, inició una serie de campañas para devolver a la región su antigua gloria.