Los humanos de Dracorum se rebelaron contra los dioses. Se aliaron con el Infierno, y su codicia provocó una trágica guerra. Pero hubo unos cuantos que se mantuvieron fieles al Cielo y lucharon en el bando de la Alianza Draconiana.
Al acabar la guerra, todos fueron expulsados de Dracorum. No hubo excepciones. Sin embargo, los humanos aliados fueron los elegidos para guiar al planeta Gaia y ser sus protectores. De dichos protectores nacerían posteriormente los Garou, lo que permitió que el resto de la sociedad pudiera ejercer otras funciones en pos del progreso.
Una de las humanas que más relevancia tuvo durante la guerra fue Gwen. Esta joven de Lindebell (un pequeño pueblo situado en las afueras de Ulrern y que actualmente pertenece al propio Ulrern) nunca conoció a sus padres, ni de dónde venía. Una pareja humilde sin hijos la acogió y la crió. Por esta razón se dedicó desde muy temprana edad a ser «la protectora» del pueblo, a modo de agradecimiento. Entrenó hasta convertirse en la mejor guerrera y cazadora del lugar y adoptó el nombre de Lindebell como apellido.
Finalmente, viendo que siendo «simplemente» la protectora de Lindebell no podía hacer mucho más, decidió alistarse en el ejército de Shinden (la actual Draconia). Poco tiempo después, estalló la guerra. Gwen luchó valientemente del lado del legendario Mhadurah Murako, defendiendo la capital de Draconia.
Los humanos tenían el mayor ejército de todo el planeta. Su avance era implacable. Ante esta situación, el Cielo reveló el plan del Alto Consejo Enochiano: el Dragon Nindenn-Ka-Yh. Mhadurah, un draconiano descendiente de la Sangre Divina, debía unir su alma con un humano de corazón noble para renacer como un heraldo divino de increíble poder. Gwen se ofreció voluntaria, aun sabiendo que la unión disolvería su cuerpo. Pero su corazón estaba colmado de odio. Sentía odio por su propia raza, por haber aniquilado su pueblo y por haberse rebelado contra sus aliados.
El ejército humano había arrasado cruelmente Lindebell. Ella no podía ser, pero sí fue la encargada de encontrar al elegido y protegerle hasta que se consumó la fusión de almas.
El destino de Gwen tras la guerra fue incierto. Unos dicen que murió de sus heridas, otros que se convirtió en una soberana de Gaia, pero la verdad no es ni una ni otra. No; la verdad esconde un misterio que pocos se atreverían a desvelar.
Retrato de una joven Gwen de Lindebell.
Estatua de Gwen de Lindebell.