Draken es la tierra de los recios; y no sin motivos. La tierra útil escasea, pues sus costas desembocan de grandes riscos y afilados acantilados. Prácticamente todo el litoral occidental está tomado por tierras salvajes, inhóspitas e indómitas. El Valle del Viento y la Cima de los Nidos son lugares plagados de monstruos y criaturas de leyenda. Las amazonas lo usan como terreno de entrenamiento y durante sus rituales de maestría.
La peregrinación de los príncipes drakeños a su montaña sagrada no está exenta de peligros, motivo por el cual no es raro que las dinastías cambien con el tiempo. Los herederos de la dinastía Daroo han sido los que más veces se han sentado en el trono, aunque rara vez lo han hecho más de doce generaciones de manera ininterrumpida.
Sólo los guerreros más fuertes se atreven a llamar a estas tierras «hogar»; y no es para menos. Sobrevivir en sus peligrosos páramos es ya una hazaña digna de ser cantada en la mesa de los dioses. Si preguntas a algún miembro de las tribus olvidadas asentadas en esta tierra, te dirán que no verás draconios (los habitantes de Draconia) ni elfos allí, pues creen firmemente que sus refinadas vidas, plagadas de lujos y comodidades, no les hacen lo bastante fuertes como para sobrevivir a la tierra de los recios.
