Dicen que la historia la escriben los vencedores. Sus victorias son cantadas en gestas heroicas y plagadas de tantos adornos que a menudo se confunde realidad con ficción.
Pero a veces el destino se encapricha por una victoria tan contundente que las exageraciones acaban devorando el relato por completo, ocasionando que la verdad se pierda en el olvido, o al menos que pierda la importancia y el respeto que merece; un error que nos ha costado demasiado caro.
Dicen también que el mayor triunfo del Infierno es hacernos creer que no es real, más yo puedo asegurar que es desgarradoramente real.
Cada vez que un héroe cae, cada vez que sucumbe a la Oscuridad, un nombre resuena a través de la historia como un susurro aterrador; un nombre que describe a un hombre vestido con una capa oscura, acompañado por el espíritu de un lobo negro y un caballo con máscara de cuervo; un nombre que la gente parece haber olvidado… “Dark Soul”.
La última vez que su leyenda resurgió, nació un Aquelarre de brujas y hechiceras oscuras conocido como las Espadas de la Luna. Estas señoras de lo sobrenatural sometieron la ancestral Shinden, haciendo pactos con las fuerzas del Infierno en pos de glorificar a Dark Soul, postulándose como sus fieles sirvientas hasta que su nombre fue olvidado nuevamente.
Largos siglos después de que Shinden fuera rebautizada como “Draconia” la reina hechicera, Shuri Murako, aplastó al culto de las Espadas de la Luna antes de que Dark Soul caminase de nuevo sobre el mundo de los vivos; y fue precisamente esa batalla la que pasó a la historia como una de las más exageradas victorias de todos los tiempos, convirtiendo la leyenda en mitos y cuentos para asustar a los niños.
Quinientos años nos separan de aquella victoria y hoy, las descendientes de las Espadas de la Luna, se han reunido de nuevo en lo que se conoce como la Logia del Aquelarre, lideradas por la siniestra Velkan Cabello de Fuego. Su objetivo es ofrecer un alma que sacrificar para restaurar la leyenda de su señor.
-Relatos de un héroe anónimo, de un tomo perdido en los anales del tiempo.